Por: Lic. Rocío Gómez.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El arrullo del niño Dios

                                                      EL ARRULLO DEL NIÑO DIOS
Cantos, besos, arrullos y rezos, entre otras cosas, es lo que recibió el niño Dios el 24 de diciembre, en Tlaltenango.
Su recorrido comenzó a las nueve de la mañana, cuando la familia Piédrola Vargas, quien lo hospedó en su casa durante el año, lo entregó a la comunidad de Tzompantle Sur en la capilla de Nuestra Señora de Guadalupe, y fue recibido con gusto por la familia Alvear Cortés. Después de estar un rato, se lo llevaron en peregrinación a la capilla de Tenochtitlán,  donde fue recibido por la familia Figueroa Hernández. En la capilla se quedó un rato y los vecinos que lo recibimos, reflexionamos con un salmo. Después lo llevaron a la casa de los padrinos, donde invitaron a todos a comer y beber. Pasadas algunas horas, nos trasladamos a San Jerónimo, donde de nuevo fue recibido  por la familia Piédrola Vargas y lo llevamos con cantos a otras dos casas, donde le rezaron el rosario y  nos recibieron con comida, bebida y dulces.

Al final, el niño Dios llegó a las ocho de la noche al Santuario de la Virgen de los Milagros, donde ya lo esperaba el Padre y  celebró la Santa Misa en el atrio, ante cientos de fieles.
Los padrinos, por lo general, tienen un compromiso por tres años para recibir el niño Dios e invitar a la comunidad a que los acompañe en esta adoración. Dado que por los tiempos actuales resulta algo pesada la carga económica, se cooperan entre los hermanos.
Es ésta una de las bonitas tradiciones que persisten en Tlaltenango.
Nos cuentan algunos miembros de la familia Piédrola, quiénes ya han sido varios años padrinos, que es muy importante continuar con esta tradición que les enseñaron los abuelos y que se están perdiendo algunas práticas de este día, como las pastorelas, por ejemplo. Ya casi no hay familias que se animen a anotarse como padrinos y a fortalecer esta fiesta, que también ha perdido fuerza.

Es claro que esta costumbre refuerza los lazos de unión, convivenvia y solidaridad entre los tlaltenanguenses, ¿qué familia se atreverá ahora a anotarse como padrinos?


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